Deformación...

El trabajo sigue siendo hoy, en la era postmarxista, motivo de alineación y desarraigo (Bakunin y compañía deberían levantarse de sus tumbas e iniciar una nueva revolución social contra el neoliberalismo...).
El trabajo deforma a la persona, genéticamente preparada para el ocio. Y yo, que me paso 10 horas al día enseñándole a la gente a consumir responsablemente (habráse visto tarea más utópica y por lo tanto frustrante en su propia definición) tengo acoplados una serie de deformaciones, de vicios de la virtud, que me convierten en una paria, en un bicho asocial, en fin, en una impresentable.
Para muestra, estos detalles de mi persona:
- no tengo tarjeta de crédito (ni de débito), retiro mi dinero con la libreta como las abuelillas del pueblo (ha tenido que aparecer en mi vida la niña del chicle para que esta realidad me aplastase).
- no domicilio mis recibos
- no firmo contratos de adhesión sin antes leerlos con lupa (literalmente)
- sigo teniendo móvil de prepago
- soy adicta a las marcas blancas
- no compro nada que esté bajo el rótulo de “OFERTA”
- leo religiosamente las etiquetas de TODO lo que compro, y si es el caso también los manuales de instrucciones (en los cuatro idiomas)
- me leo los estudios científicos de las empresas alimentarias (ésos que cuelgan en la red)
- persigo con insultos a todos los que no separan sus residuos
- no pierdo ocasión para enumerar todas las barbaridades a las que se dedican las multinacionales para enriquecerse....
He dejado de ser una mujer tranquila.
3 comments:
Yo tampoco estaría tranquila si em dedicara a perseguir a la gente que no recilar, etc... jojojojo
Oye, tengo una propuesta que quizas te interesa. Enviame un email a difierete@gmail.com
Muy concienciada con los tiempos que corren, creo que esta es la actitud a tomar como base para apartir de aqui radicalizarla hasta puntos infinitos.
http://spacemonkey.tk